Cómo controlar los pensamientos/Psicología positiva
En situaciones graves como la que estamos pasando ahora con la epidemia del coronavirus, en la que nos encontramos confinados escuchando constantemente las malas noticias y sin poder estar con nuestros seres queridos, es cuando más aparecen pensamientos negativos que nos hacen ver la situación todavía más complicada y llegando a provocar problemas de estrés, ansiedad y depresión.
La psicología positiva nos habla de cómo podemos controlar estos pensamientos, pero para conseguirlo primero tenemos que ser conscientes de cómo funciona nuestra mente, y para ello intentaré explicarlo a través de la neurociencia.
Según esta ciencia, los humanos tenemos tres cerebros.El más antiguo, el cerebro “reptiliano” que se encarga de los instintos más básicos, los relacionados con la supervivencia como, por ejemplo, la búsqueda de comida, el deseo sexual, las situaciones violentas y el mecanismo de huir ante el peligro.
El cerebro medio, llamado también sistema límbico, o cerebro emocional, está debajo de la corteza cerebral y está compuesto entre otros elementos, por la amígdala cerebral, el hipocampo, el hipotálamo y el tálamo.
Los sentimientos de todos los mamíferos están presentes en esta región. En el caso del ser humano es un centro de afectividad, porque es allí donde se procesan todas y cada una de las emociones y sentimientos que tenemos, desde la depresión a la alegría, pasando por la angustia o el placer. La emoción es espontanea, incontrolable y automática.
La parte más “nueva” del cerebro está ubicada por encima del bulbo raquídeo. El nombre que se le dio a esta zona es neocórtex o cerebro racional. Está implicado en las capacidades cognitivas, como: memorización, concentración, autorreflexión, resolución de problemas, etc. La evolución ha hecho que solo los humanos y algunos mamíferos sean “inteligentes”, más allá del impulso, el instinto y las emociones.

Nuestro cerebro sería como el hardware y nuestra mente como el software, donde las neuronas y sus procesos podrían ser las aplicaciones y los programas.
El cerebro es vago y le cuesta cambiar. La mente es un conjunto de procesos que realizan las células cerebrales (neuronas) y se manifiestan en pensamientos que pueden ser positivos o negativos. La mente es hiperactiva, infatigable, lo devora todo, no descansa y nos crea la angustia interna que puede causar depresión, estrés y ansiedad.
Si nos decidimos a tomar el mando y ser más astutos que nuestra mente, ésta puede ser nuestro principal aliado pero si la dejamos actuar libremente, también puede ser nuestro principal enemigo.
Una manera de calmar esta inquietud que puede provocarnos la mente a través de los pensamientos negativos, es a través del silencio y la meditación, que nos ayuda a alcanzar el estado de “consciencia”. A través de la atención plena podemos observar nuestra mente cuestionando nuestros pensamientos y pudiendo elegir nuestra actitud ante las circunstancias.
Las creencias se relacionan con nuestros pensamientos y son el filtro de nuestra realidad. Los pensamientos provocan las emociones y crean nuestra conducta a la hora de tomar decisiones.Si no eliminamos las creencias que nos limitan y perdemos el control sobre los pensamientos estamos perdidos. Esto sucede cuando tenemos problemas de autoestima o situaciones complicadas.
Una cosa es lo que somos y la otra es lo que pensamos. Si conseguimos separarlos a través de la reflexión, tendremos el control. El “intelecto” es la capacidad que tiene el ser humano de comprender, analizar y entender el mundo que nos rodea y lo que nos están exponiendo los pensamientos, provocando el sentimiento que lleva una valoración consciente de la emoción y de la experiencia subjetiva.
“Si aplicamos la inteligencia sobre nuestras emociones, podemos controlar nuestros sentimientos”
Pero el sistema emocional también puede actuar independientemente del neocórtex. La amígdala capta una experiencia presente y la compara con lo que sucedió en el pasado a través del hipocampo que desempeña principalmente funciones importantes en la memoria. Hace que reaccionemos en el presente a través de la emoción con respuestas que se memorizaron hace ya mucho tiempo.
Podríamos poner como ejemplo cuando estamos conduciendo y alguien nos adelanta de forma imprudente y peligrosa. Lo más probable y promovido por la amígdala es que actuemos emocionalmente y le gritemos o toquemos la bocina. Si damos tiempo a actuar al intelecto quizás podríamos reaccionar de manera distinta pensando por ejemplo que el conductor tiene un problema grave y por eso pisa el acelerador de forma exagerada.
Por suerte mientras la amígdala prepara una reacción
ansiosa e impulsiva, es el córtex prefrontal el que se pone en funcionamiento y
controla el sentimiento para afrontar de modo más eficaz una situación.
En definitiva las conexiones que existen entre la amígdala y el neocórtex son
las causantes de que la cabeza y el corazón se pongan o no de acuerdo.
Si a las emociones (cerebro límbico) les aplicamos el racionamiento (cerebro neocortex) estas crean los sentimientos y estos provocan nuestra conducta y forma de ser e influirán en la toma de nuestras decisiones. De ahí la importancia del intelecto que intenta poner solo los pensamientos correctos en la mente, controlando lo negativo de lo positivo. El sentimiento incluye la capacidad de pensar.
“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio tenemos el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y nuestra libertad”.
Vicktor Frankl
El problema con el que nos encontramos es que hemos mecanizado tanto nuestras respuestas que apenas dejamos espacio entre el estímulo y la reacción, pero nuestra mente puede autorregularse, modificar pensamientos, reducir o anular emociones y modificar conductas.
Si utilizamos y aplicamos en este espacio la gimnasia mental con voluntad y determinación, eliminando las creencias que nos limitan e identificamos las numerosas emociones positivas que nos rodean, evitaremos el estrés, nos encontraremos bien creando muchos más pensamientos positivos que negativos .Si además nos ayudamos de la respiración y la meditación para concentrarnos en el momento presente, podremos controlar nuestra mente y utilizarla como una aliada para alcanzar el bienestar.

Un buen momento para hacerlo es en la situación que estamos pasando estos días durante el confinamiento debido al virus. Si pensamos que la epidemia puede durar mucho tiempo, y que no sabemos que nos sucederá a nosotros y a nuestra familia, si nos preocupamos por las causas económicas que provocará, entonces la amígdala cerebral nos creará situaciones de estrés, ansiedad y depresión liberando nuestro cuerpo un exceso de cortisol y adrenalina. Si por el contrario, pensamos que esto pasará y en lo que haremos cuando podamos salir, el ir a ver a nuestra familia, el volver a trabajar, el salir a tomar una cervecita al bar, el pasear por la montaña y acercarnos al mar, será entonces nuestro sistema nervioso liberará las hormonas del placer y de la felicidad como la serotonina y la dopamina, desconectando las falsas alarmas de nuestra amígdala cerebral y contribuyendo a estimular nuestra resiliencia y poder superar adversidades como la del coronavirus.
